RESTIFFO Marisa, Los himnos jesuíticos del Archivo Musical de Chiquitos I (estudio), 2005, pp. 88-89.

Te Deum laudamus – Hi 34, Inv. 174,01, en do mayor
Autor: Domenico Zipoli. Atribución realizada en base a su contrafactum.
Orgánico: S, A, T, B, [Trpt], Vn, Bc.

Completo. Particelas pertenecientes a los repositorios de San Rafael y Santa Ana. Presenta concordancia con el Archivo de San Ignacio de Moxos. Existe también un contrafactum de esta pieza, correspondiente a una obra en idioma chiquitano, Chapie Zoichupa Ch 17, Inv. 174,02

Tipo formal: himno concertado multiseccional.

Asignación litúrgica: este himno no aparece en el Liber Usualis sino en el Graduale, indicado para acción de gracias. Alcócer, traduciendo el Ritual Romano, prescribe su uso en las misas celebradas y en las procesiones de acción de gracias celebradas con solemnidad (Alcocer: fo. 180v). En cuanto al Índice de San Rafael, este himno aparece mencionado en varias oportunidades:
- En la fiesta de San Silvestre, Papa y Confesor (fo. 03)
- En la fiesta de la Santísima Trinidad (fo. 10v.)
- Día 14 de Septiembre, en la fiesta de la Exaltación de la Cruz (fo. 20)
- Día 27 de Septiembre, en la fiesta de los Santos Mártires Cosme y Damián (fo. 20)

Comentario sobre las fuentes: el Archivo conserva numerosas particelas de esta pieza, contenidas en el juego de cuadernillos jesuíticos de Ofertorios (R 35 a R 38), en el juego de cuadernillos postjesuíticos copiados por el maestro chiquitano Pablo Surubis (R 43 a R 46), y en otros cuadernillos jesuíticos y postjesuíticos de ofertorios. Sólo una particela aparece en A 19, un cuadernillo de tenor postjesuítico mixto, es decir, en el que se copiaron ofertorios, vísperas, misas y responsorios. En el juego jesuítico, el himno aparece siempre precedido de la antífona Veni Sancte Spiritus, formando una sección dedicada a Pentecostés y Santísima Trinidad y seguido de la música para Corpus Christi.

Estilo: Barroco tardío. La atribución a Zipoli se ha realizado en base a la concordancia de esta obra encontrada en San Ignacio de Moxos. Por otra parte, la composición presenta la característica forma zipoliana, consistente en una sucesión ininterrumpida de secciones articuladas en base al texto. La textura alterna permanentemente entre solos y tutti corales o entre dúos y tutti. La forma que determina esta alternancia recuerda a la del concierto: solo vocal y ripieno coral. Cabe destacar la ausencia total de ritornelli o de momentos puramente instrumentales. La textura se aclara o se densifica a través del número de voces que participan en ella y de la dosificación que realiza el compositor de los momentos homofónicos, contrapuntísticos e imitativos de las voces. En los momentos en que la textura se hace imitativa, los instrumentos no intervienen en la imitación, con excepción de los compases 143-146, en que violín y bajo continuo realizan el mismo diseño melódico que las voces y los compases 147-154, durante los cuales el violín enfatiza las entradas sucesivas del canto.
La distribución de la textura está relacionada con el contenido del texto: todas las voces proclaman juntas Sanctus, Sanctus, Sanctus... gloriae tuae (c. 20 – 30) y Te per orbem terrarum... Ecclesia (c. 42 – 47); las entradas sucesivas y los retardos enfatizan las súplicas Dignare Domine y Miserere nostri Domine (c.139 – 154), mientras la textura se aligera, logrando así un clima de intimidad y fervorosa devoción. Otro momento destacado lo constituye le sección central, indicada como Adagio (c. 94 – 101), en que el texto se refiere a la salvación del mundo por la sangre derramada de Cristo. El compositor ha elegido para este pasaje una textura de polifonía nota contra nota, de carácter sobrio sin que por ello deje de ser afectiva, sobre todo teniendo en cuenta la armonía y los cromatismos que ha empleado. Sólo las tres voces más agudas cantan en este momento, acompañadas únicamente por el bajo continuo. Las frases están claramente articuladas por silencios y cadencias. La sección concluye con una imitación entre todas las voces (c. 108 – 112), como se usaba frecuentemente en la polifonía al estilo de la escuela romana. Este breve fragmento tiene el carácter de los motetes a capella que se utilizaban en los momentos contemplativos de la misa, como por ejemplo durante la elevación de la hostia y el vino consagrados. Otro elemento que contribuye al clima general de esta sección es el marco que le otorga la trompeta, que hace su entrada en el tutti anterior, también enfatizando el texto (Et laudamus nomen tuum in saeculum saeculi, c.133 – 138), y reaparece en el tutti final (desde el c.163 hasta el final). El contraste es realizado una vez más a través de la textura y de la sonoridad.
En cuanto a la escritura del violín, cabe comentar que, si bien presenta los diseños escalísticos que esperamos encontrar en una pieza de Zipoli, no es de la elaboración y el brillo que suelen lucir los violines zipolianos. Tampoco presenta una melodía con perfil muy definido, como es el caso del ritornello del Ave maris stella Hi 01 o del Sacris sollemniis Hi 28.